“Mi hijo de 16 años se la pasa en el espejo obsesionado con que sus brazos son muy gruesos y siempre está en el gimnasio tratando de mejorar”, cuenta preocupada Sandra Rodríguez, secretaria de un consultorio médico.
Pechos pequeños, pantorrillas flacas, piel muy blanca, caderas muy anchas, genitales muy pequeños... No importa lo que diga el espejo y los demás: para los ojos de estas personas, los defectos siempre sobresalen y preocupan de forma desmedida. Ellos sufren de la patología llamada “dismorfia corporal”.
Esta enfermedad se presenta tanto en varones como en mujeres. Es un trastorno o desorden emocional donde las características físicas se perciben de manera distorsionada. “Puede que a tu hija no le agrade la forma de su nariz y esto se convierta en el problema central de su vida y se someta a una o varias cirugías”, explica el psicólogo Carlos Velásquez.
Su principal característica es la desmesura en la que suelen caer quienes se sienten insatisfechos, preocupados o hasta disminuidos por el aspecto de su cuerpo. “La persona se obsesiona tanto por mejorar su aspecto que daña de a poco el tema psicológico, porque lo convierte en el problema principal de su vida”, comenta Velázques.
A veces las personas se someten a operaciones en el intento de cambiar las partes de su cuerpo que consideran un problema y el resultado final puede resultar desproporcionado, sin relación con la talla o estructura ósea. Peor aún, la persona puede someterse a múltiples intervenciones sin que su mente note cambio alguno, diga lo que diga la balanza o la cinta métrica.
Muchas personas se someten al bisturí bajo el argumento que querer verse mejor, cuando en realidad encubren un transtorno dismórfico corporal que merece otro tipo de tratamiento.
Esto se debe a un mal aprendizaje sobre la valorización de la estructura corporal somática (estructura morfológica del cuerpo). “La persona aprende a valorarse bajo una equivocada línea y esto hace que alguna parte de su cuerpo sea considerada no ideal. Esto le genera ansiedad e incomodidad y la hace actuar equivocadamente”, expone el especialista. Por ello, antes de una cirugía es muy importante la evaluación psicológica profesional.
1. Sin críticas
Nunca critiques a tu hijo(a) sobre alguna parte de su cuerpo, ni en broma. Tampoco permitas que lo hagan otras personas. Enséñale a aceptarse como es y a valorar lo que tiene de forma natural. Sólo en caso de ser necesario, dale apoyo en algún cambio.
2. Síntomas
Toma en cuenta la actitud de tu hijo si trata de camuflar alguna parte de su cuerpo (un lunar, las piernas, la boca, el cabello, etc.) Si esta incomodidad es recurrente debes hablarle y decirle que hay cosas mucho más importantes en una persona que deben ser verdaderamente valoradas.
3. Insatisfacción
Observa en qué momento comienza el deterioro de las actividades básicas: si tu hijo evita ir a reuniones o al colegio por este tema. Detecta la insatisfacción permanente con la imagen corporal, puede que a veces le lleve a autolesiones para justificar una operación.
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