La actividad física, acompañada por una alimentación balanceada, es vital para un cuerpo y una mente en equilibrio. Si bien caminar, correr, andar en bicicleta e ir al gimnasio son algunas de las propuestas más elegidas, en los últimos años, el baile se convirtió en otra alternativa interesante.
Es sabido que para disfrutar de una buena salud, hay que moverse. La actividad física, acompañada por una alimentación balanceada, es vital para un cuerpo y una mente en equilibrio. Caminar, correr, andar en bicicleta, ir al gimnasio son de las propuestas más elegidas pero, en los últimos años, el baile se convirtió en otra alternativa interesante. Con una variedad de ritmos para elegir (tango, salsa y reggaeton, los más populares), el bailar no sólo ayuda al organismo, sino que fortalece las relaciones sociales y la interacción con el otro. Ambas son actividades físicas que requieren una frecuencia semanal determinada, una intensidad de trabajo y un tiempo en cada sesión. Las dos reportan los mismos resultados a nivel cardiovascular, ósteo-articular, respiratorio, circulatorio y psicofísico. Entonces, ¿qué las hace distintas?
Diferentes pero complementarias
La gimnasia es un trabajo aeróbico que se puede realizar en una cinta de caminar o trotar, en el elíptico, la bicicleta o el escalador, por nombrar algunas. El baile, implica una actividad recreacional aeróbica. Lo que las diferencia es el por qué las elegimos. Con la gimnasia se quiere alcanzar un fin, un objetivo: bajar de peso, reducir el nivel de colesterol, lograr tonicidad muscular, etc. Es un deber…
Bailar, en cambio, produce placer y está más relacionado con lo lúdico. Promueve la interacción social mientras se gastan calorías. Es seguir el ritmo de la música y el cuerpo que la acompaña.
La primera alienta los beneficios de las capacidades motrices, de equilibrio y flexibilidad. La segunda, el poder lograr una habilidad y un disfrute. A través de la gimnasia, se aumentan las destrezas físicas que llevan a mejores resultados en el baile. Los profesionales concuerdan en que la práctica de ambas disciplinas es favorable.
Tonificación
Tonicidad y gimnasia, grandes aliadas. Una es consecuencia de la otra, dependiendo de la intensidad y duración que se le dedique a la actividad. Trabajar grupos musculares en forma localizada y promover el desarrollo físico, es su principal atributo. Además, modela el cuerpo y otorga fortaleza a los músculos. Hacer gimnasia implica un esfuerzo físico que, con la disminución del porcentaje graso, mejora el tono muscular.
En el baile, la tonificación viene como consecuencia de varios años de trabajo. Los beneficios propios de esa actividad son la estimulación de la coordinación, audición y expresión corporal. Trabajar los músculos es un beneficio secundario.
Tercera edad
La actividad física va a lograr amortiguar el deterioro que produce el paso del tiempo; prevenir enfermedades cardiovasculares y circulatorias; aumentar la fuerza y resistencia muscular (que protegen al organismo del envejecimiento prematuro) y la osteoporosis. La rutina debe contar con la supervisión de un profesional porque, sin entrenamiento previo y con desmedida exigencia, puede ser contraproducente para la salud.
El bailar influye en la sociabilidad, el estado de ánimo y de una forma más indirecta, en la capacidad aeróbica y la concentración. Es popular entre las personas mayores, que a esa altura de la vida, priorizan lo entretenido, lo relajado, el aprendizaje de esquemas nuevos.
En el caso de no padecer ninguna patología limitante, las dos actividades son recomendadas por los especialistas.
Beneficios aeróbicos
Estos son muchos. Con un plan de alimentación adecuado, el hacer gimnasia mejora la función cardiovascular y evita futuras enfermedades; baja los niveles de colesterol “malo” (LDL) y aumenta los del “bueno” (HDL); regula la glucemia que previene la diabetes; mejora la capacidad pulmonar y aumenta la reabsorción de calcio, evitando su pérdida excesiva en la tercera edad. Superarse en lo físico es la meta que lleva a aumentar la autoestima, autocontrol, constancia y disciplina. Es un equilibrio tanto del cuerpo como de la mente. Al realizar una actividad placentera, se segrega en el sistema nervioso central endorfinas (“la hormona del bienestar”), cuyos efectos inmediatos son la placidez, la sedación y la disminución momentánea del dolor.
Igual que la gimnasia pero con más moderación, bailar promueve los mismos beneficios aeróbicos, sólo que se inclina más al placer, la diversión, el aumento de autoestima, y sobre todo, la interacción con el compañero.
Límites: problemas cardiológicos
Para aquellos que sufran de problemas cardíacos, la actividad física requiere de la supervisión del especialista, el cual planificará la rutina del baile o gimnasia, atendiendo a las características particulares de la persona que habrá de realizarla. En el caso de elegir bailar, se seleccionarán ritmos con cadencias pausadas y en lo que a la gimnasia se refiere, se diagramarán ejercicios utilizando mancuernas livianas.
Cuestión de peso
Una hora de gimnasia, tomando en cuenta el peso de la persona y la intensidad con la que se la encare, quema alrededor de 300 y 600 calorías. Bailando, el mismo tiempo, de 200 a 500, dependiendo de la disciplina elegida (no es lo mismo la capoeira que el tango, por ejemplo).
Quienes quieran adelgazar, la gimnasia y el baile son ideales para hacerlo. El descenso estará determinado por el gasto calórico de la actividad física y por la cantidad y calidad de los alimentos ingeridos. Si a esto le sumamos la perseverancia, se verán resultados positivos. Sea cual fuere la elección, la actividad siempre debe ser adaptada para cada tipo de organismo y lo más importante, que el que la realiza la disfrute, para que no se vuelva rutinaria y termine abandonándola.
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