Septiembre es un mes de transición, en el que el frío del invierno da paso al calor del verano. Si bien es la época ideal para disfrutar del aire libre, las plazas, las caminatas, los bares con mesas en la calle, también es el momento para que los agentes que desencadenan los cuadros de alergia hagan su trabajo.
Las patologías alérgicas son aquellas que se producen cuando determinados mecanismos de hipersensibilidad se activan y disparan reacciones inmunológicas inadecuadas, que son las que ocasionan los síntomas como la secreción, la congestión y el prurito nasal, los estornudos, los ojos llorosos y las alteraciones del sueño.
Las consultas por alergias aumentan entre un 25 y un 30 por ciento en la primavera, especialmente la rinitis y conjuntivitis alérgica, situaciones que muchas veces coexisten, dado el ambiente de incendios forestales y chaqueos que se realizan en esta época del año.
Además a medida que avanza esta estación, también afloran las alergias al polen y a los diferentes tipos de pastos.
Algunos otros factores causales -que son diferentes de los desencadenantes- de la alergia en estos meses son las esporas de los hongos, los ácaros de polvo y la caspa de los animales.
Por su parte, entre los desencadenantes, es decir aquellos que pueden propiciar el inicio de una reacción en un individuo debido a que éste ya presenta una cierta susceptibilidad, se cuentan los olores muy fuertes, el humo del cigarrillo y la ingesta de determinados medicamentos.
¿Cómo prevenir?
Desde el punto de vista clínico, lo primero que hay que hacer para evitar la molestia de cada primavera, es consultar al especialista, quien será el encargado de determinar cuál es el diagnóstico etiológico mediante test cutáneos que le permitirán identificar al agente alérgeno.
Eso, a su vez, determinará la terapéutica porque de acuerdo a cuál sea el factor que desencadena la hipersensibilidad habrá que definir un abordaje que incluye la administración de medicamentos en algunos casos, pero que siempre consiste en tratar de evitar la sustancia en cuestión.
No obstante, existen algunas medidas preventivas generales como por ejemplo sacudir la cama (las sábanas, acolchados y piyamas) a diario, así como también ventilar los ambientes, quitar las alfombras o cubre muebles, evitar la humedad en el interior del hogar y no fumar dentro de la casa.
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