jueves, 3 de marzo de 2011

Cómo recuperar la salud de la piel tras las agresiones del verano

Para muchos, un verano sin bronceado no es verano. Esto aunque los dermatólogos se desvivan recomendándoles a sus pacientes que se abstengan de tomar sol, ya que es peligroso y a largo plazo puede provocarles cáncer. Pero, los efectos de la radiación ultravioleta y, en general, de una mayor exposición al aire libre, también pueden notarse en el corto plazo, es decir, cuando las vacaciones se acaban e inevitablemente hay que volver a la realidad.

Según la dermatóloga Cecilia Orlandi, el problema que comúnmente genera más consultas una vez que se acaba el período estival es la resequedad de la piel, esto como consecuencia de actividades normales de la época, como bañarse en el mar o en ríos, o bien porque -paradójicamente- se dispone de menos tiempo para aplicarse cremas o lociones humectantes. De esta manera, las personas llegan con el ansiado "tostado fascinante", pero despellejándose por todas partes.

Asimismo, el exceso de exposición al sol puede provocar la aparición de una enfermedad cutánea o bien hacer que una ya existente empeore. Es el caso del acné, sobre todo en la gente joven. "Curiosamente hay terapias que sirven tanto para la psoriasis como para el acné en las que se ocupa un poquito de radiación solar, pero como en el verano la gente se pone a todo sol, se produce un efecto más dañino que beneficioso", explica la especialista.

También están las denominadas "enfermedades fotosensibles", como los herpes o la rosácea, que brotan o se agravan con la luz y radiación del sol. Además, existen antibióticos y antiinflamantorios que pueden generar reacciones fotoalérgicas, en algunos casos bastante fuertes. "Incluso pueden aparecer ampollas, como si a la persona le hubiera caído agua caliente", sostiene Orlandi.

Algo más común es la micosis superficial u hongos provocados por el exceso de humedad y que suelen salir en sectores donde hay pliegues, como la ingle, la zona interglúteos o, en el caso de los más "rellenitos", entre los "rollitos". Igualmente están los intértrigos u hongos que afectan a los pies y que frecuentemente se manifiestan en forma de "rajaduras" entre los dedos, sobre todo entre el cuarto y el quinto.

Sin embargo, una prolongada exposición a la radiación ultravioleta también puede desencadenar otros males a los que hay que poner mayor atención. Se trata de las enfermedades autoinmunes, las que suelen ser confundidas con una simple alergia, ya que comienzan con picazón y la aparición de manchas rojizas en lugares como el escote, los brazos o el rostro propiamente tal. Un ejemplo de éstas es el lupus, el que -según explica la doctora Orlandi- frecuentemente afecta a las mujeres jóvenes, a las que puede traer pésimas consecuencias para su futura fertilidad.

"A la gente muchas veces se les pasa desapercibidas, porque tienen un poquito de reacción, al otro año tienen un poquito más fuerte y usan cualquier cosa, con lo que les disminuye. Pero en realidad la enfermedad está en barbecho", advierte la dermatóloga, y agrega: "No es que estés hoy día sana y te enfermaste mañana, sino que se va desencadenando de a poquito en la vida de una persona".

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