Uno de los placeres de la vida es la comida. Entonces, ¿por qué renunciarla? Pues no debes hacerlo, como muchas piensan. Está demostrado que, por norma general, todas las dietas son un fracaso rotundo: a largo plazo, el porcentaje de éxito de las dietas para mantener el peso perdido es bajísimo.
La clave para gozar de buena salud y mantenerse sin subir y bajar de peso como lo hacemos muchas mujeres, es tu estilo de vida y los hábitos (no solo alimenticios). Recuerda que para bajar kilos y mantenerte delgada, no es necesario renunciar a esos caprichitos que nos hacen felices ni a esas ricas cenas (con postre incluido) que tenemos rodeadas de la familia y los amigos.
El secreto de las francesas
¿Te preguntas cómo las francesas se dan el lujo de comer quesos y baguetes, mantequilla y crema, chocolates y champagne y, aun así, mantenerse delgadas? En su libro best seller internacional, French Women Don’t Get Fat (Las francesas no engordan), su autora Mireille Guiliano, nos da el secreto para comer de todo, beber vino, y aun así, mantenerse delgada.
La autora señala que el secreto está en echar una miradita a los hábitos alimentarios de las francesas, que tienen fama de saber entregarse a los deleites que ofrece la buena mesa, manteniendo una figura delgada. “No soy licenciada en Medicina ni en Fisiología ni en Psicología ni en Nutrición. No obstante, nací y me crié en Francia y no he dejado de observar atentamente a los franceses durante toda mi vida”, comienza diciendo Guiliano, presidente de Champaña Veuve Clicquot, lo cual, sin duda, la ha expuesto a un estilo de vida en el que pone a prueba, constantemente, que su manera de comer “a la francesa” funciona: “Me mantengo en mi peso ideal y gozo de buena salud”, argumenta. Y es que las francesas no hacen dieta, ni pasan horas en el gimnasio, y sin embargo, tienen tasas muy bajas de obesidad (sólo 10 por ciento, comparando con 22 en Latinoamérica y casi 50 por ciento en EEUU. También tienen tasas más bajas de muertes por enfermedades cardíacas).
El secreto parece estar en que las francesas disfrutan de permanecer delgadas comiendo bien y no se obsesionan por su peso. Y es que lo que propone Mireille en su libro, no se trata de una dieta, sino un estilo de vida que tiene como premisa básica disfrutar de los alimentos, saboreando cada bocado, y lo más importante: comer de todo sin engordar. Se trata sobre comer alimentos de alta calidad y en porciones pequeñas. No existe un alimento prohibido, solo porciones grandes. No se cuenta calorías ni se salta comidas.
Como champagne para el chocolate
Tendemos a tener malos hábitos alimenticios; o comemos demasiadas grasas, o pocas proteínas o demasiados carbohidratos (típicos de nuestra cultura donde un plato de silpancho tiene papa y arroz y el plato paceño tiene habas, choclo y papa). Por otro lado, nuestro estilo de vida actual nos lleva a comer más rápido y alimentos cada vez más procesados. Sin embargo, la clave pasa por hacer de cada comida un ritual gastronómico (o al menos sentarse a la mesa, disfrutar y saborear cada bocado).
Asimismo, las porciones son muy grandes y los alimentos, al ser procesados, pierden su calidad y nutrientes. En cambio, las mujeres francesas, ponen énfasis en el sabor y la variedad por encima de la cantidad y, por ende, están más satisfechas con menos. No se trata de embutirse una barra de Snickers, pero saborear un cuadradito de chocolate fino. Claro que las mujeres francesas lo hacen ver todo más fácil; son conocidas por varias cosas, desde su estilo chic y refinado sin esfuerzo a su capacidad innata por “mantener la chispa y el misterio” en relaciones largas. Ya quisiéramos tener ese “chic innato” que irradian las francesas, su disciplina libre de esfuerzos, su apreciación natural a todas las cosas sensuales, y su imposible delgadez a base de petit fours, quesos, chocolates y champagne.
Pero el verdadero secreto para mantener este estilo de vida es que “las mujeres francesas sienten placer por mantenerse delgadas comiendo bien, mientras que las mujeres en América lo ven como un conflicto y se obsesionan con ello”, explica Guiliano.
“Muchas pensamos en dietas y restricciones, en “comidas malas y prohibidas”, una actitud que lleva a hábitos poco saludables de alimentación. La comida y nuestro peso se ha convertido en una obsesión que añade estrés a la “ya estresante vida”, que está borrando los simples valores del placer”, dice la autora.
Relájate. Camina al mercado. Aprecia la fragancia y el sabor de las hierbas frescas. Cocina la cena y toma una copa de vino o champagne. Y si no te gusta el gimnasio, no vayas, pero mantente activa, ya sea caminando, bailando, saltando o riendo hasta que te duela la barriga.
Finalmente, Guiliano termina el libro con una lista de más observaciones sobre mujeres francesas: no se pesan, no tienen snacks a cada rato, comen más fruta pero no eliminan el pan ni otros carbohidratos; se alistan para salir a hacer compras, conocen la importancia de un buen perfume y corte de pelo y saben amar con pasión. Vive más y disfruta de los pequeños y deliciosos placeres que nos da la vida.
CLAVES
3 premisas. Disfruta de las comidas pero en pequeñas cantidades, mantente activa y no hagas dietas ni te saltes comidas (menos el desayuno).
Prepara la cena. La mayoría de las mujeres en Francia comen de 4 a 5 veces al día, gran parte de lo que consumen es hecho en casa, y los alimentos son preparados con aprecio y esmero. Las francesas se fijan más en el sabor y la variedad que en la cantidad.
Un ritual. Les gusta comer bien, saborean la comida y toman el tiempo para sentarse en la mesa. No comen paradas, ni caminando, ni mirando la tele. Para las francesas el acto de comer es una actividad social. Disfrutan de la compañía y de la comida y comen despacio.
5 sentidos. Cuando comen un chocolate no necesariamente ingieren una barra completa, sino un pequeño pedazo, y lo saborean hasta el final, haciendo uso de todos los sentidos.
Piensa en lo bueno. Adicionalmente, las francesas usan su mente para pensar en lo positivo de los alimentos y las buenas cosas que
pueden comer, mientras que acá nos preocupamos por lo malo y las comidas que no deberíamos comer.
Porciones. Opta por porciones más pequeñas y usa platos más chicos. La gente tiende a comer la porción que se le pone en frente… consumen más si se les ofrece más. En cambio ellas tratan de escuchar a su cuerpo y decir basta cuando saben que es suficiente.
Actívate. Tratan de incorporar la actividad física a la vida cotidiana; caminando hasta el trabajo o yendo en bicicleta.
Variedad. Guiliano recomienda comer una amplia variedad de alimentos saludables para estar más satisfecha sin sentirte privada.
“Comer los mismos alimentos es un mal hábito”, dice la autora, aconsejando que se trate nuevas recetas, sabores y hierbas. No hay alimentos prohibidos siempre y cuando las porciones sean pequeñas y correctas.
Antojos. ¿Tienes antojos dulces? Satisfácelos con unos bocados o una porción favorita del alimento que te antojes. ¿Amas el vino? Disfrútalo, dice la autora. Pero no te pases de una copita.
Si te pasaste de la raya. Es inevitable que haya buenas comilonas de vez en cuando, pero cuando suceda, Guiliano recomienda comer yogurt. “El yogurt es el alimento pefecto, lleno de calcio. Las mujeres francesas comen entre una a dos porciones al día, especialmente luego de una noche de mucha comida, es el desayuno perfecto”, aconseja Guiliano. Opta por yogurt griego, natural o casero.
Balance. Si quieres una copa de vino con la cena, no comas el pan u olvídate de la papa. Mantén un diario de alimentación y corta la comida chatarra y procesada. Poco a poco, verás que cambiar tus hábitos alimenticos es mucho más efectivo que hacer cualquier dieta. No tienes que privarte de nada y aprenderás a hacer cambios que mantendrás de por vida.
QUICKIE
Regla de oro: Desconfía de las dietas milagro, y tampoco te fíes de las dietas que se basan en un solo grupo de alimentos: el cuerpo necesita todos los nutrientes (vitaminas, minerales, proteínas e, incluso, grasas).
La mitad de tu plato debe contener vegetales y frutas; un cuarto debe ser proteína magra (pescado, pollo) y el último cuarto, granos enteros. Añade una pizca de grasa saludable (aceite de oliva, nueces, palta).
Está comprobado clínicamente que hay alimentos que resultan adictivos, como la combinación de grasa e hidratos de carbono, que produce centros dopamínicos que crean adicción, típico de la comida chatarra.
Si quieres bajar de peso, tómatelo como un objetivo, nunca como una obsesión. Combina alimentos sanos con ejercicio, y, si se te antoja un caprichito, disfrútalo. Es peor la ansiedad que crea pensar “no debo” que darse el lujo.
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