domingo, 10 de enero de 2016

Camas solares, las prohibirán para menores de edad

Prevención. El bronceado artificial sin control es cuestionado desde hace más de una década por la OMS; el Ministerio de Salud de Bolivia aprobará en febrero una norma que regule esta actividad

Los beneficios de la tecnología han logrado reemplazar horas bajo el incandescente sol por tan solo 10 a 15 minutos en una cama o ducha solar durante cada sesión. Tiempo suficiente para que luego de tres a seis exposiciones a las lámparas de rayos UV artificiales, la persona pueda obtener el color cobrizo de la piel que tanto desea.

La proliferación de camas solares en los centros de estética de todo el mundo, a partir de la década de los 90, trajo consigo una mayor demanda y el uso indiscriminado por parte de aquellas que las utilizaban sin ningún control médico, desconociendo los potenciales riesgos en la piel.

Ante esta situación y con pruebas científicas en la mano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó los aparatos de bronceado artificial como carcinógenos de tipo I -el más peligroso- y vincula a esta técnica cosmética como un riesgo de padecer cáncer de piel.

Un potencial que incrementa en un 75 por ciento la probabilidad de contraer cáncer de piel algún momento de la vida.

Si bien no se sabe con certeza cuántos de los dos a tres millones de casos de melanomas malignos y de carcinomas basocelular que se diagnostican cada año en el mundo son consecuencia del uso de los solarium, la relación directa es reconocida por la OMS.

Un sector de la población que preocupa a este organismo internacional es la juventud, ya que son los menores de 18 años quienes acuden con mayor frecuencia a estos centros de bronceado.

Esta situación generó que los gobiernos de Australia, Bélgica, Francia, Suecia, Brasil, Argentina y el estado de California en Estados Unidos aprueben normativas que regulan el uso de las camas solares.

¿CóMO ESTAMOS?

Bolivia no está ausente de está realidad y lejos de evitar la problemática, el Ministerio de Salud junto con la Sociedad Boliviana de Dermatología, desde julio del 2015, están preparando la normatización del uso de las camas solares en territorio nacional y se tiene prevista su aprobación a principios de febrero.

Rodolfo Rocabado, responsable nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud, está consciente de la importancia de prohibir el uso de camas solares a menores de 18 años y de aprobar una norma que regule esa actividad para garantizar una práctica segura del bronceado artificial.

Una de las acciones del Ministerio de Salud, antes de la aprobación del reglamento, es la actualización de los datos de los centros de estética que tienen camas solares en Bolivia. Según Rocabado, en este momento están registrados 10, de los cuales la mitad está en Santa Cruz, mientras que de Cochabam- ba no tiene el dato preciso. No obstante, reconoce que el número de solariums que existe es mayor.

En Cochabamba, la Revista Así identificó ocho centros de estética y belleza que ofertan el servicio de camas solares, con la oferta de paquetes promocionales en épocas especiales, como Día de la Madre, antes de la Feria Internacional, fin de año, entre otras.

Acceder a este servicio cosmético no es complicado. Al contrario es una tarea sencilla, ya que solo se requiere elegir el lugar y reservar la hora, tan simple que se puede hacer con una llamada telefónica. En un sondeo se verificó que el costo del paquete de bronceado artificial, que comprende seis sesiones, varía entre 200 y 300 bolivianos, dependiendo del centro elegido y del tipo de cama solar. También existen otros centros cuyos equipos son menos modernos que cobran 30 bolivianos por sesión.

La doctora María Virginia Paredes Larrea, presidenta de la Sociedad Boliviana de Dermatología, explica que no existe un control en la salud de quienes utilizan estos equipos, una medida que es necesaria porque el cliente puede presentar una lesión cutánea pre cancerígena, que al ser sometida a rayos ultravioleta puede desencadenar un cáncer de piel.

“Los dermatólogos conocemos los tipos de piel y los factores de riesgo que se pueden presentar, eso nos faculta a prescribir lo que es necesario para cuidar la salud del paciente”, dice Paredes.

Además de la inexistencia de un control médico en las personas que utilizan las camas solares, la mayoría de los usuarios desconoce los riesgos de someterse al bronceado artificial con frecuencia.

Katty Irigoyen acude a las camas solares hace 20 años, comenzó a utilizarlas a los 13 años porque quería verse bronceada, después continuó con la sesiones porque se dedicó al modelaje.

En cada exposición no recibió información ni protección o cuidados personales antes de usar las camas solares y tampoco recuerda que le hayan pedido autorización de un adulto responsable antes de someterse a la sesión: “sólo me preguntaban si había almorzado y si había tomado líquidos, porque podía indisponerme”.



Irigoyen no cree que las camas solares sean nocivas, para ella, solo se necesita tener un control dermatológico periódico y cuidarse la piel después de la exposición.

Mientras Katty Irigoyen es un ejemplo de las mujeres que les gusta utilizar las camas solares y no tienen miedo al cáncer de piel, hay otras que sí se sometieron al bronceado artificial, pero que después de conocer los riesgos decidieron dejar esta práctica por precaución.

Tal es el caso de Mónica Seleme Bánzer, quien comenzó a usar las camas solares a los 18 años de edad, también por un tema estético.

Mónica Seleme también se dedicó al modelaje. En 10 años visitó varios centros de bronceado en Cochabamba y también en otros departamentos; pero en ninguno recibió información médica.

“Antes de ingresar a la cámara me aplicaba el bronceador que yo llevaba y las encargadas me colocaban los algodones empapados en agua en los pezones y me ofrecían los lentes de protección, eso era todo”, afirma.

Seleme asegura no estaba consciente de los riesgos a los que se enfrentaba, tanto así que en una oportunidad duplicó el tiempo de exposición en la cámara solar, debido a que no contaba con el color ideal para el desfile de pasarela.

“Nadie me detuvo, no me dijeron que no podía hacer las dos sesiones en uno, simplemente me hablaron de duplicar el costo y eso fue todo”, recuerda la modelo.

Hasta el momento, no sabe cuántas veces acudió a una cama solar; pero, hace un año, dejó de frecuentarlas ya que se enteró de los daños que causa a la piel y las posibles complicaciones que podrían acarrearle a futuro.

El mayor temor es saber que este tipo de bronceado incrementó su probabilidad de sufrir cáncer de piel. Aunque sabe que estar bronceada es un requerimiento de su trabajo, ahora está empleado una crema autobronceadora; no es lo mismo, pero definitivamente es más saludable, concluye.

Un control necesario

El proyecto de ley sobre el uso de camas solares en los centros de estética de Bolivia contará con 13 artículos y entre los aspectos más importantes que está impulsando se encuentra la prohibición del ingreso a menores de 18 años, siguiendo una recomendación de la Organización Mundial de la Salud .

“Si bien los efectos no se ven en el momento, años después tendremos una cantidad elevada de personas adultas que presenten cáncer de piel”, aseguró Rodolfo Rocabado.

Una de las normativas que entrará en vigencia es que los usuarios adultos que soliciten el servicio tendrán que ser valorados por un dermatólogo, que trabaje con el centro de bronceado, o deberán presentar un certificado dermatológico en el que se especifique el tiempo y las condiciones en los que podrá estar expuesto a los rayos ultravioleta.

Otro de los artículos del anteproyecto establece que todas las empresas y centros de belleza que oferten el servicio de las camas solares tendrán que registrarse ante el Ministerio de Salud o el Servicio Departamental de Salud de los nueve departamentos.

Para finalizar Rodolfo Rocabado afirma que una vez que la ley sea promulgada, los establecimientos que ofertan el servicio de cama solar tendrán 90 días para regularizar su situación legal, pasado ese tiempo, las alcaldías   y gobernaciones procederán con el cierre de los centros.


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