domingo, 23 de septiembre de 2012

SUEÑO, Así sufre el cuerpo cuando no se cierran los ojos



Llevaba más de 400 horas viendo películas y, de pronto, se levantó. Los organizadores corrieron para preguntarle por qué se iba. “Es que pensé que estaba en mi casa y mi papá me está llamando”, respondió la concursante.

Sin embargo, nadie la llamaba y su padre no se había asomado por el Cine Center de Cochabamba. Fue una de las primeras personas en ver alucinaciones mientras transcurría la maratón que organizó esta sala cinematográfica a principios de este mes. Un joven se puso de rodillas mientras gritaba: “¡Ratas, ratas!”. Todo era producto de su imaginación.
Cuando se acercaba a las 200 horas (alrededor de 80 películas), Huber Gonzalo Felípez vio que uno de sus dos hijos se le acercaba con un vaso de agua, “pero luego ‘chin’, se desvanecía”, cuenta.

Después de las 200 horas, Gonzalo quedó como único concursante en Cochabamba. El personal médico que lo atendía se alarmó cuando aseguró haber visto a un anciano que pasaba por debajo de la pantalla. No había nadie, así que los dos médicos de la Cruz Roja se alarmaron. Le pusieron un trapo húmedo en la cabeza y vigilaron sus signos vitales. Recibió masajes y gotitas en los ojos. “Nos cuidaron bien”, comenta.

El concursante cuenta que, a medida que pasan las películas se va perdiendo el contacto con la realidad. “Por ejemplo, durante las películas de terror vi en una de las sillas a una niña que jugaba con muñecas. Parecía real, pero yo me daba cuenta de que no era así”. El año pasado Gonzalo también concursó y, aunque el récord mundial no se rompió, ganó una motocicleta. Hacia el final del concurso, después de ver varias películas de guerra, vio que a su lado se paraban varios uniformados inexistentes. Esta es una de las formas en las que reacciona el cerebro cuando se lo priva de sueño, un proceso fisiológico que el cuerpo utiliza para repararse a sí mismo. El siquiatra Raúl Gallardo explica que cuando una persona no duerme lo suficiente en una sola noche, despertará obnubilada, cansada, con dolor de cabeza, mareos y dificultades para razonar con lógica. Para saber lo que pasó en el cerebro de los ‘cineatletas’ concursantes se requiere de una evaluación exhaustiva. Sin embargo, Cuéllar afirma que después de sesiones de estudio muy prolongadas, los estudiantes dejan de recordar lo que leyeron. “Hay un estímulo al cambiar las películas, pero si se le pregunta todo lo que ha visto, va a tener lagunas”.

Es lo que parece haber sucedido con Ronald Cuéllar, el otro ganador del concurso (hubo dos vencedores nacionales este año: uno en Santa Cruz y otro en Cochabamba). Tal como lo hizo Felípez, Cuéllar concursó el año pasado y ganó la versión de Santa Cruz. Este año asumió una estrategia distinta. Durmió por espacio de 15 minutos. “Empecé a dormir después de la primera película. Nos daban media hora para comer o hacer lo que deseáramos”, comenta.

Si se vieron 90 películas, un cálculo indica que Cuéllar descansó durante 22 horas. Quizá por eso no vio ninguna alucinación, pero, como vaticina el siquiatra, cuando se le pregunta qué película le gustó, contesta vagamente y no precisa si hubo alguna actuación que le causó gran impresión. Por el contrario, pese a las alucinaciones que tuvo, Felípez sí recuerda varios títulos y hasta comenta pasajes de los filmes.

Ambos ganadores quedaron con ojeras amplias, lo mismo que sus sonrisas, porque el sacrificio les reportó $us 5.000 a cada uno. Al día siguiente durmieron más de 11 horas seguidas. Según ellos, ya se encuentran bien y el criterio del profesional no es distinto. La recuperación será completa.

Es muy distinto el caso si la privación de sueño se prolonga por algunas semanas o meses. “Puede desencadenar crisis de ansiedad”, explica Gallardo. En el Sleep and Neuroimaging Laboratory de la Universidad de California vieron que una sola noche de pérdida de sueño altera significativamente el funcionamiento óptimo de un proceso esencial en el cerebro llamado anticipación. La anticipación es un proceso fundamental, un mecanismo de supervivencia común en numerosas especies.

Los investigadores -afirma una nota de prensa- encontraron que la fuerza del efecto de la privación del sueño se relaciona con la ansiedad natural de los participantes. La ansiedad puede elevar la disfunción emocional y el riesgo asociado a la falta de sueño, pero, por ahora, la única ‘ansiedad’ de los concursantes consiste en gastar la platita ganada.

PARA DORMIR MEJOR

- Haga ejercicios metódicamente. Eso ayuda a cansar y a relajar el cuerpo. Haga una breve siesta.

- No consuma cafeína después de las 16:00. Evite otros estimulantes.

- Evite el alcohol antes de acostarse. Esta sustancia altera los patrones normales del cerebro durante el descanso.

- Trate de mantener horarios regulares para acostarse y despertarse, incluso los fines de semana
Los sueños son egocéntricos, porque siempre incluyen al que duerme. Usualmente no se los puede controlar y el cerebro lo enfatiza cuando se sueña que no se puede gritar ni correr. Algunos practicantes del llamado sueño lúcido intentan controlar las ensoñaciones.

- En la Unión Soviética se inventó una máquina llamada electrosueño. Se utilizaba para inducir a las personas a dormir. Cada sesión duraba hasta 30 minutos. Funcionaba con impulsos eléctricos. Se colocaban electrodos en los párpados. La máquina está obsoleta.

- El único en utilizar una máquina de sueño fue el siquiatra Marcos Domech, en La Paz. Fue durante la década de los 70. El siquiatra fue profesor emérito de la UMSA. Impartió cátedras como Siquiatría y Sicología social.
Los tratamientos de sueño que utilizan los siquiatras son estrictamente supervisados porque las sustancias pueden causar adicción. Se prescriben en casos de estrés agudo; por ejemplo, cuando la persona ha sufrido una pérdida grande o ha sido asaltada.

- Estamos diseñados para dormir un tercio de nuestro tiempo de vida, y hay una relación directa, demostrada científicamente, entre el nivel de atención, la memoria y la calidad del descanso.

- “Los que más duermen tienen mejor rendimiento escolar. Si se duerme entre seis y siete horas, hay menor rendimiento”, asegura el especialista Mario Camargo. Durante este periodo de descanso se producen en el cerebro conexiones químicas y se activan las sinapsis, es decir, las conexiones entre neuronas.

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