La clave. Para alcanzar esa postura es justo (y necesario) asimilar a modo de mantra unas cuantas recomendaciones para ponerlas en práctica con naturalidad y sin necesidad de pensar antes de ejecutarlas. A saber: caminar con los hombros hacia atrás, con un paso firme y algo más rápido de lo habitual, con la mirada puesta en el horizonte, con pasos intermedios (ni cortos y rápidos ni zancadas demasiado abiertas), respirando con el abdomen, parando con las piernas ligeramente separadas y evitando cruzar las piernas cuando estés sentada para no provocar un desequilibrio en las caderas.
Reflejo de sentimientos. "La postura es un reflejo de cómo te sientes. Grace Kelly o Audrey Hepburn han sido consideradas cánones de elegancia y belleza. Su forma de moverse ha sido clave en su imagen y esto es algo que se puede practicar y aprender. Fíjate en cómo lo hacen y cópialo, modela tus movimientos en base a los suyos", sentencia Ata Pouramini.
Tanto en el trabajo –el uso indiscriminado de ordenador, ratón y Blackberry provoca malas posturas y contracciones musculares a gogó– como en el plano emocional, donde el estrés se convierte en su enemigo íntimo, regalándole sin piedad tensiones musculares de todo tipo. Por no hablar de nuestra insaciable devoción por los tacones, que nos lleva a adoptar posturas casi imposibles para nuestra columna vertebral.
Workaholic o no, el dolor de espalda nos pasa factura a casi todos. Sin embargo, igual tiene solución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario