Ante esa situación, decidió buscar un tratamiento para poder rebajar de peso, en ese entonces recuerda que pesaba aproximadamente 85 kilogramos.
En ese intento le pidió a su madre que le comprara un equipo con electrodos que promocionaban en la televisión. Llamaron por teléfono al número de referencia y adquirieron el producto en aproximadamente 600 bolivianos.
“Me ponía los electrodos en la mañana y en la noche y para ayudar al tratamiento decidí reducir la cantidad de alimentos, pero nunca llegué a rebajar un solo kilo”, cuenta al agregar que después de varios meses sin resultados decidió dejar de utilizar el producto, “porque me di cuenta que no me hacía ningún efecto”.
Carla creyó que el producto que adquirió sería efectivo, tal como se promocionaba en el spot que vio en televisión.
“En la televisión no te dicen que tienes que hacer una dieta especial y aunque yo me enteré de esto cuando adquirí el producto, apliqué una dieta, pero no resultó, me sentí engañada porque gasté mi dinero”, relata.
Al no obtener un resultado positivo con este tratamiento, buscó a los pocos meses otra alternativa que no implicara hacer ejercicio, pues se sentía avergonzada de asistir a un gimnasio.
Es así que en la calle encontró una posible solución a su problema. “Vi en un letrero que decía que la yesoterapia podría reducir varios centímetros en la zona del abdomen. Entonces entré a consultar a la persona encargada del lugar, quien me dijo que muchas chicas habían disminuido de esa manera”, recuerda.
De esta manera, la joven accedió al tratamiento y pagó 400 bolivianos. Le pusieron el yeso por cuatro días y luego le dieron una crema para que se aplicara en la zona del abdomen.
Una vez que le sacaron el yeso y le tomaron las medidas, Carla evidentemente había reducido cinco centímetros en la zona de su cintura.
“Me sentí contenta, no era mucho pero ya había logrado un avance. Sin embargo a las pocas semanas vi que mi piel estaba mucho más flácida, como estirada, pero no le di tanta importancia. Luego vino lo peor, porque engordé mucho más de lo que estaba”, agrega.
Asegura que en el lugar donde le hicieron la yesoterapia nunca le advirtieron que podía volver a engordar sino se cuidaba y hacía ejercicios.
Bs 900 PERDIDOS
Otro caso es el Milenka (40 años), quien asegura sentirse también engañada y no sabe a dónde acudir para denunciar que las zapatillas que le vendieron en más de 900 bolivianos no le funcionaron.
Ocurre que a finales del año pasado, Milenka se compró las zapatillas que supuestamente sólo basta usarlas para perder unos kilitos.
“La forma de cómo se promociona este producto es atractiva, es así que no dudé dos veces y compré el producto”, dice Milenka quien luego de utilizar por un periodo de un mes, observó que las zapatillas no le habían hecho ningún efecto en el peso, simplemente le provocó que las plantas de sus pies se humedecieran.
Agrega que nadie le indicó que además de usar las zapatillas debía caminar bastaste y, además, cambiar de alimentación.
“Ahora me doy cuenta que nada se consigue sin esfuerzo. Lamentablemente en un momento pensé que con las zapatillas podría adelgazar, así como dice la publicidad”, narra Milenka al añadir que tras esta experiencia decidió ir al gimnasio, además de dejar de comer alimentos altos en carbohidratos y grasa.
Con ese cambio y sin gastar los más de 900 bolivianos que erogó en la compra del producto, la señora y madre de dos niñas, ya bajó dos kilos en menos de un mes. Agrega que ante estos resultados continuará con el régimen para conseguir su meta de reducir aproximadamente los ocho kilos de sobrepeso que tiene.
MASAJES REDUCTORES
A diferencia de Carla y Milenka, Micaela (38) no se compró ningún equipo ni producto para intentar reducir la grasa que tiene localizada en la cintura.
Por 100 dólares se sometió a diez sesiones de masajes para reducir su cintura. “La oferta era tentadora, por lo que decidí someterme. Tras diez días, vi que mi cintura había reducido en cuatro centímetros, medida que volví a recuperar a los 20 días”, cuenta al indicar que los masajes ciertamente resultan, pero si uno no es constante y deja ese tratamiento, vuelve a recuperar el volumen que por cierto tiempo ha perdido.
Todas ellas después de la experiencia que tuvieron, ahora saben que ninguna persona puede adelgazar sin hacer ejercicio y reducir su alimentación, salvo que adolezca de alguna enfermedad que le provoque adelgazar.
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