Arcilla blanca. Es la recomendada para las pieles más sensibles. Esta arcilla es genial para limpiar y desinfectar, además que tiene muchas más funciones. Es una de las más suaves, a pesar de ello, es ideal para exfoliar y nutrir la piel. Aunque cabe mencionar que sus efectos pueden mejorar con aceite de jojoba, lavanda, aloe vera (sábila) o miel.
Arcilla roja. Recomendada para pieles con acné. Al igual que la arcilla blanca, limpia y suaviza la piel, pero hay que tener en cuenta que esta es más agresiva y puede causar irritaciones a la piel sensible. Se usa para muchas más zonas aparte de la cara, también fortalece el cabello. Es muy usada para problemas musculares porque proporciona calor en la parte en la que se aplica y esto estimula el ritmo sanguíneo y hace que llegue más oxígeno al músculo.
Arcilla verde. Esta es la más exfoliante de las tres. Pero no es muy recomendable que se aplique en las pieles sensibles. También goza de varias funciones, pero es aconsejable que si se emplea en el rostro se mezcle con unas gotitas de aceite de argán. Se utiliza también para reducir las estrías y las varices, en este caso se la mezcla con aceite de árbol de té. Para la reducción de estrías y varices primero darse un remojón con agua fría y secarse con una toalla limpia. Segundo, se aplica la arcilla y la dejamos actuar durante 15 minutos mínimo. Tercero, se aclara la zona dejándola libre de arcilla y se seca la piel a golpecitos. Es aconsejable repetir este proceso dos veces por semana.
1. El barro. Posee propiedades refrescantes, descongestionantes, cicatrizantes, purificadoras, relajantes y desinflamantes.
2. Pieles secas. Se aconseja mezclar la arcilla verde con salvado de avena molido y aceite de almendras dulces.
3. Pieles grasas. La arcilla verde se la puede mezclar con agua y algas hasta obtener una pasta ligera.
4. Piel normal. Se le añade una cucharadita de aceite de almendras dulces y de levadura de cerveza.
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