domingo, 9 de octubre de 2016

Las uñas y su función protectora



Se cortan. Se pintan. Se liman. Se esculpen. Pero las uñas son mucho más que un detalle decorativo en la terminación de los dedos. Parte clave de los anexos de la piel —igual que el cabello y las glándulas sudoríparas— estas estructuras compuestas de queratina y con consistencia dura, cumplen una función de protección y colaboran en la prensión, el sentido del tacto y la motricidad fina. Pero para los dermatólogos tienen, sobre todo, otra utilidad: son el asiento de patologías específicas que las alteran y también el reflejo de muchas enfermedades sistémicas.

Es que la lámina de queratina es la parte visible, pero la uña es un aparato complejo constituido por varias piezas: la matriz —que es donde crece—, el lecho —donde reposa—, los pliegues que la rodean y el hiponiquio, que es el tejido que se encuentra debajo del borde libre de la uña, explica el dermatólogo y columista de domingo, Pablo Pera Pirotto, en una entrevista para El País de Uruguay.

Así, cardiopatías, enfermedades pulmonares o del sistema digestivo, deficiencias vitamínicas o problemas de la tiroides pueden afectar la anatomía, estructura y coloración de las uñas. Según Pera Pirotto, ciertas enfermedades que afectan la cantidad de oxígeno en la sangre —sea por trastornos cardíacos o pulmonares— son las responsables de los llamados "dedos hipocráticos", en los cuales la última falange aumenta de tamaño y las uñas quedan muy curvadas. Asimismo algunos tipos de anemia provocan una incurvación cóncava conocida como coilonquia.

Lo más frecuente

Pero quizá lo más frecuente es que se vean afectadas por las enfermedades dermatológicas, como la psoriasis o los hongos. El primer caso, señala Pera Pirotto, es cuando se observan láminas ungueales engrosadas, "con cambio de coloración en forma de mancha de aceite y con múltiples pequeñas depresiones". Los hongos, por su parte, son una consulta reiterada, más que nada en lo relativo a los pies. "Muchas veces se trata de personas que sudan en exceso y deben estar muchas horas del día con calzados muy cerrados", comenta. En estos casos, el tratamiento se hace mediante fármacos antimicóticos por vía oral durante varios meses, hasta que la totalidad de la lámina crezca sana.

Como sucede con todas las partes de la piel, la alimentación es uno de los factores que más incide en la calidad y el estado de salud de las uñas. Así, tenerlas frágiles (finas y quebradizas) en general responde a déficits nutricionales, como falta de vitaminas y minerales, lo mismo que ocurre con el cabello. Al contrario, las uñas fuertes suelen ser consecuencia de llevar una dieta balanceada y rica en alimentos que contengan, por ejemplo, algunas de las vitaminas del complejo B, además de minerales como hierro, zinc y selenio. "Pero como muchas veces la dieta únicamente no basta", opina el dermatólogo, "es muy frecuente en la práctica médica la indicación de comprimidos que están formulados con estos componentes para mejorarlas".



HÁBITOS

Más allá de las enfermedades, la práctica más común asociada a esta parte del cuerpo es la onicofagia, nombre científico para el (mal) hábito de comerse las uñas. Además de los efectos estéticos, esta conducta que refleja ansiedad o estrés también tiene consecuencias médicas, ya que cuando se realiza de forma crónica provoca un traumatismo constante y puede alterar la anatomía de las uñas. "Incluso la piel de la zona puede inflamarse e infectarse causando gran dolor", agrega Pera Pirotto.


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