jueves, 26 de marzo de 2015

Genética y medicina estética, alianza de precisión

“En los próximos diez años la mayoría de las clínicas de Medicina deberían realizar estudios genéticos a sus pacientes para abordar más eficazmente los tratamientos estéticos”, señaló la doctora Sofía Ruíz del Cueto, codirectora de la clínica Mira+ Cueto, en su ponencia sobre genética en el 30 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), celebrado recientemente en Málaga. Durante su exposición, la especialista afirmó que “hoy en día, sólo el 10% de las clínicas los ofrecen, a pesar de que es una tecnología que ya está en marcha y al alcance de los médicos que la quieran utilizar”. A continuación, la experta repasa las novedades su aplicación en esta disciplina médica.

Una herramienta para la personalización

“La genética ahora mismo puede hacer mucho por la medicina estética”, sostiene Ruíz del Cueto, quien matiza que facilita la individualización de los tratamientos y la personalización de la prevención.

Más allá de contribuir a la mejora de los resultados obtenidos, disponer de un perfil genético permite establecer estrategias de prevención. De este modo, “quien presenta una mala formación de colágeno, va a tender a la flacidez y a las estrías, podrá recibir un tratamiento preventivo para que no se desarrolle todo eso”, apunta la doctora.

Además de la nutrigenómica, ya existen tratamientos dentro del campo de la medicina estética donde se emplea genética para mejorar sus resultados mediante la actuación en:

Genes que se encargan de que las células estén adheridas al colágeno como las integrinas.

Genes que determinan el funcionamiento de las mitocondrias y de las células como los FOXO3A. Destructores del colágeno: las metaloproteinasas. Factores inhibidores de las destrucciones del tejido. Telomerasas implicadas en la replicación y la activación celular.

En el campo de la estética, los genes que se estudian con más frecuencia por demanda de los pacientes son relacionados con la piel, el envejecimiento cerebral y la menopausia, destaca.

La investigación

La doctora indica que “se han hecho estudios en los que se ve cómo los tratamientos de medicina estética mejoran la manifestación de ciertos genes” en pacientes que se han realizado un análisis genético. Sin embargo, faltan otros que comparen los resultados obtenidos en pacientes con y sin estudio previo.

Entre las principales dificultades para su inclusión en la práctica clínica, se encuentra la aparición de polimorfismos, “las distintas variantes de un mismo gen por las que se manifiesta de distinta forma en cada persona”, explica Ruíz del Cueto.

En el caso del gen FOXO3A, existen alrededor de 7000 polimorfismos de los que la medicina conoce 24, ejemplifica.

Aunque queda mucho por investigar, se trata de “una medicina que avanza a pasos agigantados”, matiza la experta, quien destaca que se publican cerca de 2.400 artículos al mes sobre nuevos polimorfismos.

Otro elemento clave en este campo son los factores epigenéticos, por los que una persona expresa o no un gen determinado. La experta señala que si se entienden y conocen bien, éstos pueden “jugar a nuestro favor”, ya que “la genética solo condiciona en torno a un 30% de lo que somos”.

De este modo, “si una persona tiene un gen vago para la formación de colágeno, por sistemas epigenéticos puedo hacer que se exprese más”, concluye.

Tras el estudio genético

Al realizar un análisis genético es fundamental “saber cuáles son los polimorfismos que nos interesan” mediante la realización de una historia médica.

De este modo, en un paciente que desea tratar la flacidez, no solo se observa cómo tiene el colágeno o la elastina sino que se estudiará su raza, hábitos de nutrición, ejercicio físico, sol, tabaco, etc. Todo un conjunto de factores que ayudan a determinar cómo se expresan los genes o cuáles se deben buscar. Aunque existen estándares para llevar a cabo los análisis genéticos, el número de genes estudiados varía según el caso. Estos estudios consisten en:

Una historia médica, donde se determinan qué genes se quieren buscar y se toma una muestra de sangre o saliva, aunque la primera “es la que más resultados nos puede dar”, matiza la especialista.

Tras sacar la muestra, se envía al laboratorio y se pide qué queremos buscar. Suelen tardar un mes y el proceso consiste en “multiplicar el ADN para ver bien qué genes hay en cada célula”.

Una vez obtenidos los resultados, se establece un tratamiento acorde a ellos.

Los precios oscilan entre los 200 y 3000 euros, en el caso de un análisis completo.

Para que los genes analizados sean los apropiados y se logre obtener información útil y relevante, la especialista aconseja que se acceda a los tests genéticos desde el consentimiento informado y que sea el especialista quien valore “si lo que quiere el paciente es susceptible de estudiarse mediante genética porque hay muchos polimorfismos sin estudiar”.

Asimismo, recomienda acudir a un centro médico en el que se velará por estudiar unos genes que están más adecuados a cada persona y donde el facultativo sabrá analizar más allá de la estética.

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