jueves, 30 de octubre de 2014

Cirugía plástica: El miedo al paso del tiempo

La actriz Renée Zellweger reapareció la semana pasada en una gala en Los Ángeles con un rostro transformado debido a las últimas intervenciones de cirugía estética a las que se ha sometido, convirtiéndose en una gran noticia —más que cuando estrena una película— y en objeto de burla en Twitter.

La protagonista de El diario de Bridget Jones, sin embargo, respondió en un comunicado publicado en People: “¡Me gusta que la gente piense que estoy diferente! Estoy viviendo una vida feliz, más plena, y me encanta que se note”.

La sociedad que hoy la critica (las redes sociales hirvieron con comentarios jocosos e insultantes) es la que ejerce, según Gema Pérez Sevilla, responsable de la Unidad de Medicina y Cirugía Estética Facial del Instituto Médico Láser de España (IML), “una presión” insostenible para personas con “problemas de autoestima e inseguridad”.

Las revistas de moda, “donde se difunde una imagen ideal de las personas”, relacionan belleza y éxito y forman parte, en opinión de Pérez Sevilla, de un problema mayor, “social y cultural”, que ensalza el envoltorio por encima del contenido.

“Esa obsesión por cambiar constantemente el propio físico suele manifestarse en personas que se exponen demasiado al público y perciben que su imagen es vital para mantener su trabajo”, como actrices o cantantes famosos, considera la experta.

Los estándares de belleza, cada vez más inamovibles y globalizados, parecen revelarse contra el natural paso del tiempo, el enemigo número uno del star system hollywoodense, que ha motivado el paso por el quirófano de actrices con innata belleza como Meg Ryan, Nicole Kidman, Melanie Griffith o Cameron Díaz.

Renée Zellweger, cuyo rostro ha adquirido nuevas facciones, “es otra persona” después de someterse al bisturí, “y ese nunca es el objetivo de la cirugía estética”, explica por su parte Miguel Chamosa, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre).

La actriz, oscarizada por Cold Mountain, se suma a una larga lista de famosos que “se han excedido”, como Jocelyn Wildenstein, Bruce Jenner, Michey Rourke, Joan Van Ark, Donatella Versace, Priscilla Presley o Amanda Lepore.

No se trata de condenar toda la cirugía, “solo sus abusos”, considera Pérez Sevilla. “La ética profesional de cada cirujano”, coinciden los expertos, es la que debe actuar a la hora de rechazar a pacientes “que no son candidatos”, es decir, que exigen intervenciones que pueden suponer riesgos de algún tipo. La toxina botulínica, por ejemplo, comienza a aplicarse en rostros cada vez más jóvenes —Miley Cyrus, Elsa Pataky, Lindsay Lohan o Lana del Rey supuestamente la han utilizado—, que aún no requieren de estos métodos para ralentizar el inevitable envejecimiento de la piel.

Sin embargo, entre operarse bien y operarse mal hay un trecho, y ya de empeñarse en la “chapa y pintura” médica, “uno tiene que acudir a un buen médico”, porque el resultado puede variar: están como ejemplos de retoques hechos con gusto los que se han realizado Sandra Bullock, Sharon Stone o Demi Moore.

En el lado opuesto está, entre otros, Camilo Sesto. Pérez Sevilla asegura que “es un ejemplo de lo que no se debe hacer”. El médico Miguel Chamosa se queda con Michael Jackson.

El pavor por perder la naturalidad en el rostro ha convertido a Kate Winslet, Tina Fey, Sigourney Weaver, Meryl Streep, Emma Thompson, Julianne Moore o Jodie Foster en públicas detractoras de esta variedad médica. También las hay arrepentidas de acudir a esta opción, como la guapa Nicole Kidman.

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