Acudir a terapias alternativas para afrontar problemas de salud es una práctica que cada vez tiene más seguidores. La terapia de las Flores de Bach es una de ellas y pertenece a lo que se conoce como medicina holística, pues su filosofía es mantener el equilibrio síquico y físico comprendido como una totalidad.
La terapeuta María Luisa Mulder explica que las Flores de Bach son un grupo de 38 remedios que se obtienen a partir de esencias de pétalos de diferentes flores silvestres y cada una de estas sirve para equilibrar un estado síquico enfermo que a la larga deriva en un estado físico también enfermo.
María Luisa indica que para conocer la esencia que una persona requiere es muy importante tener una cita previa en la que un terapeuta converse con el paciente y busque el origen de los problemas; y a partir de sus conclusiones, le recete una esencia o una combinación de las mismas para iniciar una curación. Estas terapias llegan a tener un tiempo de duración hasta de dos años si es necesario.
En realidad, la mejoría del estado emocional, mental y físico será la que defina el tiempo de consumo del remedio.
Las esencias se toman en gotas y no tienen ningún efecto secundario ni contraindicaciones.
Están indicadas especialmente para problemas de ansiedad, depresiones, angustia, miedo, fobias, pesadillas, terror nocturno, irritabilidad, inquietud, celos, amargura, apatía, bloqueos, sentimiento de fracaso, entre otros y ayudan a procesar traumas físicos y emocionales, detalla Mulder.
Actúan sobre procesos sicosomáticos, como insomnios, cefaleas, hipertensión, estrés, obesidad, gastritis, taquicardias y decaimiento energético.
María Luisa Mulder indica que las esencias pueden combatir el cáncer, pues ha observado casos de mujeres en los que desaparecieron nódulos malignos, pero estos tratamientos requieren un trabajo sicológico mucho más arduo y complejo.
Bach
Esta terapia se llama así por el apellido de su descubridor, el médico Edward Bach, nacido en Gales en 1886. Fue un inquieto y riguroso estudioso de la medicina. Durante años buscó un modo de curar que no sea doloroso ni invasivo. Descubrió y aplicó con éxito una vacuna contra unas bacterias de los intestinos a partir de una fórmula creada con las propias bacterias intestinales.
Trabajó en el hospital homeopático de Londres, donde se encontró con el pensamiento de otro científico, Samuel Hahnemann, que partía del postulado de que la verdadera curación estaba en “sanar al paciente y no a la enfermedad”.
Con los años experimentó con elementos naturales, pues consideraba que allí encontraría una fuente natural de curación. Así que estudió algunas hierbas y plantas y descubrió que tenían algunas reacciones similares a las de las bacterias. Los resultados de sus investigaciones le dieron prestigio entre la comunidad científica; sin embargo, según sus propios escritos, él no estaba satisfecho con la medicina tradicional.
Cuando cumplió 43 años su vida dio un giro rotundo, dejó su consulta privada, cerró su laboratorio y se fue a vivir a Gales, allí se dedicó al análisis de los efectos de las flores silvestres y creó el sistema terapéutico floral de 38 remedios, de los que 37 son esencias de pétalos de flores y uno es agua de manantial. Experimentó los resultados en él mismo y en otros pacientes con éxito. Falleció en 1936 mientras dormía.
Al no ser una terapia con contraindicaciones ni efectos tóxicos, las flores de Bach pueden ser aplicadas a los niños y personas de toda edad, también hay tratamientos que reciben los animales y las plantas.
En 1976, la Organización Mundial de la Salud reconoció a las Flores de Bach como una terapia alternativa.
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| Terapias En Santa Cruz y en todo el país existen especialistas que pueden aplicar esta medicina alternativa. Sin embargo, Bach la creó también para que cualquier persona pueda autocurarse. |
Las esencias son de 34 flores silvestres, tres flores de cultivo y la última que no es flor, sino agua de manantial
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