miércoles, 20 de abril de 2011

La obsesión por adelgazar acaba con miles de vidas

Reducir el peso corporal devino imperativo en el último cuarto de siglo y, en consecuencia, las muertes por anorexia o bulimia aumentan en cada minuto que transcurre. La obsesión por adelgazar, alentada por la presión del modelo cultural vigente y una publicidad pródiga en incitaciones a aplicar la filosofía del “como te veas, te tratarán”, acaba cada año con la vida de mil mujeres y 10.000 adolescentes mujeres y varones.

Datos de la Organización Mundial de la Salud reflejan que la mortalidad por estas enfermedades -catalogadas de patologías mentales, pese a ser trastornos relacionados con la alimentación- es de 5% a 15%.

Sólo en España contabilizan 80.000 casos y un centenar de decesos como promedio anual, en tanto en Estados Unidos padecen por estos males el 5% de las féminas y el 1% de los hombres, según la Sociedad Americana de Bulimia y Anorexia.

Las mujeres noruegas corren el riesgo durante toda su vida de contraer bulimia (1,6%) y anorexia (0,4%), lo que no significa que los varones estén libres de caer bajo el influjo de tales males.

Pero este fenómeno toca también a los países menos aventajados en el orden económico: instituciones seguidoras de estos temas registraron 20.000 casos en México (Fundación Ellen West), 120 en Ecuador (The Center), y 1% de la población argentina, por sólo citar algunos.

“El problema de la obsesión por la flacura se ve mucho más en Estados Unidos que en Europa y en Argentina, más que en el resto de Latinoamérica”, afirma el presidente de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Obesidad, Jorge Braguinsky.

De 100 casos en el país más austral del área, 90 son mujeres y diez hombres, entre los 15 y 30 años de edad, de acuerdo con datos del centro de tratamiento y diagnóstico de adicciones Fundación Manantiales.

Varones anoréxicos

La literatura científica y los medios de difusión masiva acuñaron la idea de que las féminas son las únicas que padecen por la fiebre del éxito al estilo de la modelo británica Stella Tennant, ícono del patrón “mujer alfiler”, mas la epidemia contagia a muchos varones.

Si apenas el 5% de los hombres eran bulímicos o anoréxicos un decenio atrás, ahora este porcentaje rebasa el diez.

El sueño de tener un cuerpo sin grasa o un “vientre lavadero”, sinónimo de fortaleza y perfección en las formas, redundó en que decenas de ellos cayeran en las consultas de psicólogos, nutricionistas y profesionales, con el objetivo de contrarrestar las afecciones derivadas de estas conductas.

Especialistas de estas ramas concuerdan en que, dado que la incidencia de la anorexia y la bulimia es más frecuente en las mujeres, poco se sabe acerca del modo en que el fenómeno afecta a sus contrapartes masculinas.

Científicos del Karolinska Institutet, en Estocolmo, Suecia, sugieren que la evolución es distinta en unas y otros. Reducciones en los niveles de testosterona y en la densidad ósea de la columna, cadera, fémur y el resto del cuerpo, son apenas algunos de los daños provocados por estas conductas en los varones.

Ellos están más preocupados por tener un “cuerpo masculino” ideal y son más propensos que las féminas a hacer ejercicios físicos, en vez de dietas que terminan en calvicies, amenorreas, infertilidad, y hasta en la muerte.

Más bien, este segmento poblacional es más proclive a caer bajo las garras de la vigorexia o dismorfia muscular, trastorno psíquico alimentario que afecta a los empecinados en moldear un cuerpo musculoso y atlético, que los haga sentir seductores, poderosos e indestructibles.

La concepción de masculinidad vigente en nuestras sociedades, sujetas al legado patriarcal, es la causa principal de esta deformación opuesta a la anorexia, donde el cuerpo es percibido como demasiado voluminoso y la meta es alcanzar figuras cadavéricas.

Resultan cuestionables los patrones de belleza que guían estas conductas extremas: mientras los anoréxicos muestran espaldas huesudas, omóplatos y columnas afuera, y rostros famélicos, los vigoréxicos exhiben total desproporción entre sus miembros.

Señales en el tiempo

Las primeras señales de anorexia y bulimia estuvieron ligadas a motivaciones alejadas de la estética corporal, como la búsqueda de la santidad o de la gracia divina.

La evidencia más citada es la de Catalina de Siena (1347 -1380), que a los 26 años aspiraba a dedicarle su vida a Dios y, ante la intención de sus padres de casarla, determinó encerrarse en una habitación y ayunar.

Historiadores concuerdan en que la joven logró ingresar en la orden de las dominicas, pero con la mitad de su peso y disímiles trastornos que provocaron su fallecimiento dos años después, a pesar de lo cual su conducta tuvo decenas de seguidoras en el ámbito religioso.

Este caso pone en claro que la anorexia sólo es explicable desde parámetros socioculturales y es preciso diferenciarla de otras patologías de la conducta alimenticia para evitar colocar todo en la misma bolsa.

Bulimia y anorexia comparten rasgos comunes, pero difieren en gravedad, rasgos de personalidad y en otros factores.

Las descripciones primarias de autoinanición aparecieron en redacciones medievales y la anorexia nerviosa fue definida por primera vez como problema médico en 1873, aunque para entonces era vista como efecto de motivaciones religiosas o espirituales.

Sigmund Freud (1856-1939) asoció el comer o no a los impulsos sexuales básicos y al avanzar la vigésima centuria progresó la idea de que era el terror a engordar, pero atado a variables socioculturales.

Anorexia y bulimia
Apetito La anorexia es un trastorno alimentario que se caracteriza por la falta anormal de apetito, y que puede deberse a causas fisiológicas o psicológicas.


Descontrol La bulimia es un trastorno psicológico alimentario por el cual el individuo consume comida en exceso para después eliminar el exceso de alimento a través de ayunos, vómitos o laxantes.

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